Darrel tomó la decisión de implantarse electrodos quirúrgicamente sobre su médula espinal en 2016 para probar un tratamiento conocido comoestimulación epidural con la esperanza de mejorar algunos de los efectos secundarios, según se detalla en un estudio de caso sobre sus experiencias publicado en la edición este lunes en JAMA Neurology.
«Los problemas de movilidad o parálisis son las consecuencias más visibles de una lesión de la médula espinal, pero como médico, sé que muchos de mis pacientes sufren otras consecuencias ‘invisibles’«, explica el investigador principal del estudio, Andrei Krassioukov, que trabajó con Darrel durante varios años como profesor de Medicina en la Universidad British Columbia (UBC) y presidente de investigación de rehabilitación en Icord, un centro de investigación de Vancouver centrado en las lesiones de la médula espinal.
Inserción quirúrgica de electrodos
«Muchos de mis pacientes tienen presión sanguínea anormal y disfunciones vesicales, intestinales y sexuales que pueden ser bastante devastadoras», apunta Krassioukov. La estimulación epidural implica la inserción quirúrgica de electrodos permanentemente sobre la médula espinal y luego la estimulación de las células nerviosas de la médula espinal con corrientes eléctricas. Los beneficios terapéuticos de la estimulación epidural se han documentado bien para el dolor de espalda crónico, pero un pequeño número de ensayos experimentales están probando el tratamiento en personas con lesiones de la médula espinal.
Con un control remoto, Darrel usa el estimulador durante hasta 45 minutos cada día, aplicando diferentes programas para transmitir impulsos eléctricos en su médula espinal que imitan las mismas señales que provienen del cerebro. Los programas están diseñados para estimular nervios específicos que ayudan con diversas funciones motoras, pero Darrel y Krassioukov han observado otros cambios positivos.
Isaac Darrel usa el estimulador durante 45 minutos al día |
Antes del tratamiento, Darrel se sentía a menudo mareado, especialmente cuando se movía de su cama a su silla de ruedas o durante el ejercicio, y su presión arterial bajaba. «Mi presión sanguínea bajaba a 60 -señala Darrel, que dice que se sentía nauseabundo y que el mundo estaba dando vueltas-. Me desmayaba sentado en mi silla a veces. Ahora, desde que tengo el implante, puedo aumentar la estimulación lo suficiente como para que me resulte imposible desmayarme«.
Hipotensión ortostática
Los síntomas que Darrel experimentó son parte de un trastorno conocido como hipotensión ortostática, que resulta de una función cardiovascular deficiente. Desde la cirugía, un equipo de investigadores de Icord ha estado siguiendo el caso de Darrel y realizando pruebas para determinar cómo ha cambiado su función cardiovascular. Utilizando algo llamado tabla de inclinación, colocan a los pacientes en posición vertical para ver si son capaces de mantener su presión arterial.
«Si no hay una disminución en la presión arterial, se considera normal -subraya Krassioukov-. Significa que la persona tiene un buen control de los vasos sanguíneos en sus extremidades inferiores y el abdomen». El estimulador ha mejorado la capacidad de Darrel para controlar su presión arterial y le ha aportado otros beneficios.
«He tenido una mejor presión arterial, mejor músculo central, una función intestinal mejorada y básicamente tengo más energía«, destaca Darrel, quien señaló que esto significa que ahora puede sentarse en su silla de ruedas durante hasta 8 horas, una gran mejora frente a las dos horas que podía soportar antes de la cirugía.
Buscan datos más sólidos
Los resultados apuntan a la necesidad de comprender completamente cómo este tratamiento podría usarse en entornos clínicos. Krassioukov y sus colegas están colaborando actualmente con colegas en Estados Unidos en un ensayo más grande, examinando los beneficios de la estimulación epidural en un grupo mayor. También están involucrados en la investigación sobre una versión similar ero no invasiva del tratamiento que implica estimular la médula espinal con un dispositivo colocado en la parte superior de la piel en la Universidad de California, Los Ángeles, Estados Unidos.
«Vemos resultados muy interesantes y emocionantes, pero como médico-científico, necesito datos más sólidos antes de recomendar este procedimiento», concluye el doctor Krassioukov