Los psicólogos María Ibáñez Goicoechea y Jesús Jiménez Cascallana subrayan que todo ello es «necesario para que un tratamiento sea realmente efectivo«; así como entender previamente sus causas, y no «limitarse a paliar sus efectos o síntomas«.
Respecto a esto último, han puesto como ejemplo el caso de pacientes con ansiedad o con depresión, con quienes se actúa sobre los síntomas «sin adentrarse en las causas«, o la denominada baja autoestima, que «se pretende resolver tratando de elevarla con diferentes métodos, en lugar de entender cuál es la causa» y resolverla.
El miedo es siempre negativo
También destacan que el sufrimiento proviene de «conceptos erróneos» sobre la realidad. Una de estas ideas erróneas es que «el miedo es beneficioso, que es adaptativo», o que no se puede resolver, solo gestionar o soportar.
Tanto Ibáñez como Jiménez sostienen que se suele confundir el miedo con la percepción de peligro. La percepción del peligro «es muy beneficiosa, el miedo no». La realidad es «que el miedo paraliza, pone más en peligro y hace sufrir, y es el efecto de causas que se pueden comprender y resolver».
Trastorno más frecuente en el niño
En niños y adolescentes el TDAH es uno de los trastornos más frecuentes. Los psicólogos también apuntan como habituales los miedos, fobias, trastornos psicosociales en el aula, trastornos del sueño, terrores nocturnos, trastornos negativista y disocial, trastorno obsesivo compulsivo(TOC), depresión infantil, dificultades de aprendizaje, trastornos psicóticos, problemas de atención y concentración, trastornos asociados a procesos de adopción extranjeros y orientación en el cambio de centro educativo.
En el caso de los adultos el más frecuente que han abordado es el de la ansiedad; en segundo lugar los trastornos depresivos y, tras ellos, los problemas de pareja y convivencia, de conducta, del ámbito laboral y los de relación interpersonal