España carece de normativa sobre Dermatología Pediátrica

La ausencia de formación en esta especialidad obliga a los dermatólogos pediatras a ser autodidactas

REDACCIÓN | Lunes, 20 de noviembre de 2017, a las 11:10 |

A día de hoy, en España no existe una normativa que regule o evalúe la formación del médico en Dermatología Pediátrica, ni durante el periodo de formación del médico interno residente, ni tampoco en la formación de posgrado. Es el propio dermatólogo quién estima su capacidad para dedicarse a esta disciplina, gracias a su estudio, esfuerzo, revisando la literatura, participando en cursos, congresos y poniendo mucho interés.

Esta cuenta pendiente de España con la Dermatología Pediátrica ha sido puesta de manifiesto por el Grupo Español de Dermatología Pediátrica (GEDP) en el marco del 17 Congreso de la European Society Pediatric Dermatology (ESPD) celebrado recientemente en Palma de Mallorca.

El dermatólogo pediátrico requiere una formación específica, amplia y compleja, que permita al médico adaptar el diagnóstico y los tratamientos de las enfermedades de la piel en el adulto a las particularidades de la edad pediátrica.

Ana Martín-Santiago, coordinadora del GEDP, señala que esta ausencia de legislación podría haber propiciado “el intrusismo” o una “mala praxis” y, sin embargo, España cuenta con unelevadísimo nivel científico en esta materia.  Hay un “creciente número de profesionales en el ámbito público o privado de la salud que ejercen, honesta y eficazmente, la Dermatología Pediátrica”, apunta la coordinadora.

La Dermatología Pediátrica española goza de un gran prestigio internacional, pero desarrollar un plan formativo idóneo y evaluable es todavía un objetivo pendiente.

El efecto de las nuevas tecnologías 

La bioinformática, los avances genéticos, el big data, las apps y la inteligencia artificial están revolucionando la medicina. Son herramientas que facilitan el diagnóstico, el tratamiento y la prevención de las enfermedades.

Sin embargo, tal como expresa la coordinadora del GEDP, siguen sin “estar resueltas cuestiones éticas y legalesrelacionadas con la fiabilidad, confidencialidad y consecuencias de testar a niños aparentemente sanos, así como la posible variabilidad en la correlación genofenotípica o las desigualdades en el acceso a estos estudios moleculares”.

Martin-Santiago apuesta por mantener reuniones presenciales y potenciar valores humanos como la empatía, la ética, la imaginación, la curiosidad, la generosidad y el trabajo en equipo, mientras se trabaja en paralelo hacia una medicina más personalizada y tecnológica.

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